LA INTERVENCIÓN DE LAS ART
Accidentes laborales: una historia de dolor y esperanza
Sergio perdió su pierna mientras trabajaba. Encarnó de manera diferente la vida después de ese día fatal, y recibió atención médica y psicológica, seguros y pensiones por incapacidad.

Hubo un día, una hora y un segundo fatal en las vidas de estos hombres, un instante que ellos recuerdan a perfectamente, que los cambiaría para siempre. Ellos sufrieron accidentes mientras trabajaban y perdieron parte de su cuerpo o quedaron con una incapacidad: Jorge Vega, perdió las dos manos; Sergio Laciar, su pierna izquierda; y David Recabarren perdió la movilidad de sus piernas.
Los tres tuvieron asistencia médica y psicológica, rehabilitación y prótesis a cargo de una Aseguradora de Riesgo de Trabajo (ART), como también seguro y pensión. Hasta construcciones o refacciones en sus viviendas que les ayudan a desenvolverse solos y tener una mejor calidad de vida.
Las mismas empresas que los atendieron, ya que por ley deben responder ante accidentes de trabajo, son las que hoy están en jaque por juicios millonarios en causas muchas veces inventadas. Tiempo de San Juan publicó que en la provincia hay unos 115.000 trabajadores cubiertos con ART y hay unos 2.000 juicios por accidentes. En todo el país la judicialidad alcanza el 1 % del total de trabajadores mientras que en San Juan supera el 2 % en relación al universo de amparados. Esto muestra el abuso del sistema que podría llevar a la desaparición de las ART, según denunciaron sus representantes.
Pero ¿cómo son las intervenciones de las empresas? ¿Hasta dónde llegan? ¿Son efectivas? Lo cuentan sus protagonistas.
Hoy te contamos una historia de las tres que contaremos hasta el miércoles:
Sergio: "Nunca me permití llorar por una pierna"
El chirrido de la frenada en el pavimento anticipaba un desenlace infeliz. Sergio Laciar iba en moto cuando chocó con una camioneta y terminó perdiendo la pierna izquierda. Tenía 19 años y repartía medicamentos para una farmacia.
En su casa de la villa El Salvador, en Chimbas, Sergio contó que pasaron 15 años del accidente pero recuerda ese día como si fuera ayer. Por el impacto terminó en el piso con dos quebraduras en el fémur, una de ellas expuesta y le cortó la arteria femoral, y otras dos quebraduras de tibia y peroné. En el Hospital Privado lo operaron dos veces, pero cuando los médicos vieron que no podían salvarle la pierna, un 11 de julio de 2000, hablaron con él y con sus padres. La infección estaba ganando esa batalla y la única salida para salvar la vida era amputar.
"Yo me mentalicé que el accidente no había sido culpa mía, no me permití llorar por una pierna. Gracias al apoyo de mi familia, hermanos y a mi ahijado, salí adelante. Pero a nivel personal no me cambio mucho la vida", dijo.
El saber popular dice que mientras más joven, mejor se afrontan los cambios inesperados. Sergio mantenía su sonrisa transparente y cálida y dijo que aunque le falta una pierna, no se priva de nada.
Contó que la atención médica fue rápida y buena. "La gente de la ART se portó muy bien, en el Privado me atendieron rebien, todo estaba cubierto". Después de 14 días, le dieron el alta. No tuvo secuelas de ese accidente y no necesitó medicamentos extra, sólo rehabilitación.
De vuelta a su casa se puso un poco "mañoso", su hermano mayor se encargó de marcarle las actitudes que no lo ayudaban. "No quería saltar dos metros para alcanzar algo y se lo pedía a mi mamá, entonces mi hermano me decía que lo hiciera yo, gracias a él fui modificando actitudes y fui haciendo todo yo solo, de a poco. Ahora ya no dejo de hacer nada, reuniones con amigos, fiestas... por eso engordé y dejé de usar la prótesis".
Con la ayuda de las muletas, Sergio se levantó y volvió con su pierna ortopédica. Cuando la usa camina con total normalidad. "En rehabilitación me ayudaron mucho, primero acá y después en Rosario, allá me hicieron esta prótesis, al año de haber tenido el accidente. La usaba mucho pero subí de peso y tuvieron que hacerle ajustes, hace un mes me la devolvieron. Todo eso lo cubre la ART, lo que necesito me lo dan sin problemas", dijo.
Cuando cobró el seguro por su incapacidad, compró una casa que después vendió para comprar la vivienda donde hoy vive con su madre, Modesta. Tiene además una pensión por invalidez del gobierno. "Ahora cae un empleado con un dedo roto y aparecen 25 abogados pero yo creo que eso está mal, si puede trabajar con lo que le pasó no veo que sea necesario pedir tanta plata", reflexionó.
Hace algunos meses, su ART le hizo adaptaciones en su casa para que se mueva con mayor seguridad. En el baño pusieron piso antideslizante y barras entre el inodoro y bidet, además de una silla rebatible en la ducha y una barra. La mamá de Sergio participaba aportando algunos detalles, por ejemplo dijo que estas adaptaciones antes no las necesitaba porque la otra casa era más chica. La mujer, que tuvo 10 hijos de los cuales 3 fallecieron, le dijo a Sergio en tono de mandato materno que se tiene que poner la prótesis. Ella tiene 68 años, plancha en dos casas de familia y tiene una jubilación.
Sergio trabajó vendiendo jugos Bonano en los carros del microcentro y también atendiendo un kiosco. El año pasado terminó la secundaria. "Se me hizo complicado buscar trabajo, siempre te miran cuerpo entero y muchos no se fijan en la capacidad. El año que viene quiero hacer un curso. Sigo soltero, no tengo hijos pero tengo sobrinos, aunque en cualquier momento...", dijo.
Mientras tanto, sigue proyectando su vida y ya sueña con comprarse otra moto. "Manejo lo más bien, aunque cuando me prestan una moto mi mamá no se queda tranquila hasta que vuelvo".
Gentileza: Tiempo, San Juan
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